Para celebrar el nuevo orden establecido por Negan, The Walking Dead nos ha premiado con un capítulo de una hora de duración en el que podemos ver cómo afectaron los sucesos de 7x01 al resto de personajes que lo presenciaron.
Sí, habéis leído bien, han tardado dos capítulos en aparecer, pero Rick y su grupo están de vuelta, aunque con menos fuerza que nunca. El líder del grupo está de capa caída, y eso no ayuda a poner solución al problema que se les presenta, que no tarda en llegar con Lucille (su bate) a Alejandría: Negan.
El capítulo empieza con Rick y Michone durmiendo en una de las cómodas camas de Alejandría. Todo parece ir bien. Michone se marcha con un rifle y su inseparable Katana y Rick se queda en la casa cuidado de Judith. Sin embargo, ya se nota desde el principio que la doble muerte les ha afectado demasiado, aunque el que parece haberse llevado la peor parte es Rick.
Y es que en este capítulo vemos a un Rick nuevo, sumiso y derrotado. Ha perdido toda esperanza de poder vencer a Negan y ante eso, la única solución que ve es rendirse. Así que cuando el portador de Lucille llega a Alejandría, en vez de oponer resistencia le abre las puertas y sujeta al causante de la muerte de Glenn y Abraham.
Negan, por supuesto, viene preparado, y trae consigo a muchos más hombres de los que se podría esperar, incluido Daryl. Si Rick ya estaba mal, la visión de un Daryl demacrado, que no habla ni lucha por lo que quiere, sin duda le deja peor.
Así que una vez llegado el grupo de Negan no dudan en llevarse todo lo que quiere, que no es ni mucho menos la mitad, tal y como habían acordado. Entre otras cosas, se lleva todo el armamento y casi todos los colchones de Alejandría. Algunos personajes como Rosita, ante la perspectiva de que les dejasen completamente indefensos para no poder revelarse en su contra, deciden luchar por una mísera pistola.
Y es que si hemos dicho que Rick ha perdido las ganas de luchar, no ha sido el caso de las mujeres del grupo. Rosita y Michone buscan una alternativa para poder acabar con Negan, mientras que Maggie (a la que Negan da por muerta tras una estrategia inteligente por parte del padre Gabriel) y Shasha han desaparecido. Sólo nos queda esperar a que estas dos últimas encuentren con la solución para acabar con el grupo que tiene preso a Daryl.
Tras un par de conflictos con dos armas extraviadas, Rick acaba confesando a Michone que no está dispuesto a perderla y le pide el rifle que se había llevado con ella al principio. Y, con ese arma, Negan se ha quedado con todo el arsenal del que disponían en Alejandría. Sin embargo, Negan afirma que, en el fondo (aunque debe ser un fondo que nadie es capaz de ver), es buena persona, y no se lleva nada de su comida porque, como resulta evidente, escasea.
Antes de su partida, Rick suplica a Negan que deje que Daryl se quede en Alejandría, y este no hace más que mostrar a Rick que ahora Daryl no es el mismo.
Negan abandona Alejandría después de que Rick le de las gracias por saquearle, cosa que no duda en recalcarle.
Pero ahí no acaba la cosa, Rick nos sorprende finalmente contándole a Michone la historia de Shane y Lori. Con ello confiesa que sabe que Judith no es su hija, pero que ha tenido que aceptar ese hecho como ha tenido que aceptar que Negan ahora es el líder.
Con esta confesión, que muchos de los fans de la serie ya sospechábamos, y con Michone descubriendo que el grupo de Negan se ha llevado los colchones sólo con el propósito de quemarlos y, de ese modo, mostrar su maldad, The Walking Dead se despide hasta la semana que viene.
Jeffrey Dean Morgan nos sorprende a cada capítulo con una actuación brillante del peor malvado hasta la fecha que ha aparecido por la serie. Sin embargo los capítulos se mantienen intensos sin llegar al nivel del primero, ¿nos esperará un mid-season finale a la altura?
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