La trama demoníaca acaba de comenzar, pero eso no será impedimento para que Shadowhunters centre este segundo capítulo en algo que siempre está presente en la serie y que de vez en cuando nos da momentos más que memorables: sus historias de amor. Habrá demonios, dramita y risas. Vamos, todo lo que caracteriza la serie. Pero sobre todo, amor.
Aunque empezaremos con una fiesta en casa de Lorenzo Rey, el ahora Gran Brujo de Brooklyn. A ella acudirán Magnus y Alec que, aunque es una fiesta de brujos, irá acompañando a su novio. Su presencia nos dará momentos muy bonitos con Madzie (la niña bruja que cuida Catarina) pero también hará que, cuando un problema con las líneas Ley haga que los brujos pierdan el control sobre su magia, Alec se de cuenta que un problema grande se les avecina los shadowhunters.
Pero no todo son problemas, ¿verdad? Os he hablado de amor, y lo que viene a continuación es precisamente eso. Simon y Maia muy acaramelados, con la chica muy preocupada por lo que la reina Seelie pudiera haberle hecho a su novio. No serán los únicos, porque Jace le pedirá a Clary una cita de verdad. Como la de los mundanos, sin motos demoníacas ni cuchillos serafín de por medio. La chica aceptará y él tendrá que pedir consejo a Izzy, que mucho de restaurantes mundanos no sabe, la verdad. Malec nos dará también un momento romántico, un poco gracioso, tonto y bonito con Alec enamorado del champú de Magnus.
Malec no será la pareja más enamorada en este episodio, porque tendrá que lidiar con la mayor carga de problemas del capítulo. Lorenzo Rey llegará a casa de Magnus para exigirle explicaciones por lo que pasó mencionando al demonio mayor Asmodeus. Alec escuchará la conversación y Magnus le acabará contando que ese demonio es su padre y por eso le relacionan con él. A Alec, lejos de alejarle el asunto, le da fuerzas para detener a aquel que esté jugando con las líneas Ley y trazará un plan para distraer a Lorenzo Rey mientras Magnus entra en su casa y averigua quién es el causante de la corrupción de las líneas que, al parecer, no es Asmodeus: es todavía más peligroso y ancestral. Con esto ya nos podemos hacer una idea de que Lilith está detrás de todo esto.
Entre problemas y dramas, Clary y Jace acaban yendo a un restaurante llamado Woods que Simon le recomienda a Jace. Aunque van sin reserva y se ven obligados a compartir una mesa con Simon y Maia, ni más ni menos. A final lo que iba a ser una cita romántica y normal se acaba convirtiendo en una cita a cuatro en la que Jace descubre que no conoce a Clary tan bien cómo pensaban, y tanto la chica como Simon descubren la relación íntima que Maia y Jace compartieron en determinado momento de la temporada pasada. Claro que esto no es muy del gusto de sus actuales novios. Maia no se justifica, porque era libre para hacer lo que quisiera, y se centra en el presente, sellándolo con un beso con Simon. Clary, sin embargo, se muestra preocupada porque parece que Jace la rechaza constantemente, mientras que a otras chicas no. El chico le prepara un discursito muy romántico (y empalagoso, para qué engañarnos), en el que confiesa que no quiere precipitarse y que lo suyo acabe en desastre. Así que lo suyo también acaba con besito y manitas juntas. Como en los viejos tiempos.
El tema de las líneas Ley se complica cuando en el hospital, Catarina intenta ayudar con magia a un paciente y pierde el control. Por suerte, el paciente se recuperará y Luke y los shadowhunters van a resolver las sospechas del resto de mundanos. Por desgracia, parece que el problema no va a pasar, porque Lilith, que como bien intuíamos, es la culpable, sigue reclutando a más gente como el enfermero diabólico. Gente que, tras un sacrificio a un ser querido, derraman su sangre sobre un altar que es lo que está causando los estragos. ¿Podrán pararlo?
Alec parece convencido, porque tiene un plan: desviar las líneas al Instituto (que se encuentra alejado de todas ellas por seguridad), para usar un núcleo angelical muy moderno que parece sacado del futuro, contra ellas. El riesgo es grande, porque si algo sale mal, el Instituto se evaporará, y esto no le hace gracia a Raj (un chaujanters de estos que la serie se ha inventado), que mientras Magnus y Alec se encuentran llevando a cabo el plan, bloqueará el acceso remoto a Alec.
Pese a las complicaciones, Alec conseguirá accionarlo manualmente después de aplicarse una runita de fuerza, y las líneas serán restauradas... Por el momento, porque Lilith consigue que el altar sobreviva y esos significa que volverá a atacar. Aunque no por este episodio.
El drama de Lilith no será el único que vuelva en siguientes episodios, porque Jace vuelve a soñar que mata a Clary, y eso no puede indicar nada bueno. Además, Izzy descubre en las cámaras de seguridad al demonio que poseyó al enfermero diabólico y no es algo que hayan visto nunca. ¿Podrán los shadowhunters vencer a Lilith y los suyos? Quizá si no son ellos, Simon pueda echar una mano, porque la runa que la reina Seelie le puso en la frente le salva de una paliza por parte de los lobos. La runa se activa como si fuera radioactiva justo cuando le iban a dar con un bate por no querer abandonar el almacén de las canoas (ahora su nueva casa) y portador del bate sale disparado hacia atrás. ¿Estaremos ante la marca de Caín que Clary le pone en los libros? Todo parece indicar que es así.
En definitiva, este ha sido un capítulo de Shadowhunters de transición, que intenta poner sobre la mesa la trama principal y relacionarla de algún modo con las historias de amor que parece que habían triunfado en la temporada anterior. Porque, ¿qué es chaujanters sin una buena dosis de drama y amores imposibles? Por predecible que pueda ser, esto gusta y sin duda, parece que va funcionando. Quizá es porque ya me he acostumbrado a la serie pero las tramas inventadas ya no me parecen tan disparatadas como en la primera temporada. Quizá es que, para disfrutar de la serie, lo que hay que hacer es dejar a un lado todo lo conocido y, simplemente, echarse a reír.
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