Victoria ya ha llegado, y lo ha hecho antes de lo que esperábamos. Éramos muchos los que esperábamos con impaciencia su regreso y desde luego que hemos terminado más que encantados con este primer capítulo de su segunda temporada.
La Reina acaba de tener su primer hijo, en este caso hija: Victoria. Debido a ello, la Reina es obligada a estar en reposo durante todo un mes, se mueve en una silla de ruedas y todo el mundo vela por ella. Pero ya sabemos como es Victoria y más temprano que tarde se cansará de la situación y hará lo que ella quiera.
Y no es esto lo único que se cuece en palacio, o más bien fuera de él. Las tropas están en Afganistán y no les va del todo bien, pero eso Victoria no lo sabe. Albert se ha estado encargando de los asuntos oficiales en la ausencia de la Reina y esto ha decidido ocultárselo.
El Palacio de Buckingham es muy grande pero parece que a Victoria se le hace pequeño, y por eso quiere salir en cuanto antes, ir a montar a caballo. No sin antes ser purificada. Antes cuando tenías un hijo tenías que ser purificada de nuevo en la iglesia. Victoria al principio se opone excusándose que ella no es una mujer, que es la reina, pero de poco le va a servir e irá a la iglesia entre quejas.
Otra cosa que no se puede quitar de la cabeza Victoria es todo el trabajo que tiene que recuperar, aunque ya lo haya hecho Albert. Juntos irán a ver el regimiento de Albert y parece que un cambio que quiere implantar Albert en los cascos de los soldados será la última gota de agua que colmará el vaso.
Vamos a ver una situación que ya vivimos en la primera temporada. Todo irá a peor cuando la Reina se entere de lo que le ocultaban sobre las tropas. Albert se volverá a sentir algo desplazado por su mujer, pero como ya sabemos, él solo trata de hacer lo mejor para el país y para la Reina. Menos mal que pese a sus regañinas siguen siendo tan adorables como siempre. Victoria tiene que mostrar al pueblo qué es lo que están haciendo y que la derrota de Afganistan, de la que solo ha sobrevivido un soldado, no sea algo que olvidar y sirva para aprender para futuras ocasiones.
Entre bambalinas del palacio querrán la vuelta de Francatelli, el cocinero, ya que el actual no parece que haga su trabajo muy bien. Skerret irá a pedírselo pero como su relación no terminó muy bien, él se negará en rotundo. Pero gracias que recapacita y ¡le volveremos a ver!
Ya por último tengo que añadir lo adorable que es papá Albert con su hija (¡queremos más escenas así!), a la que en el capítulo han bautizado, y por ello han contado con la presencia de Ernest, que conocerá al marido de la mujer que cortejaba durante su estancia anterior.
¿Qué nos deparará el próximo episodio? ¡No podemos esperar!
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