57 horas de atraco. Un nuevo plan de la policía para capturar a El profesor, fallido. 400 millones de euros impresos. Las cosas, como podéis ver, parece que van viento en popa, pero durante el capítulo nos daremos cuenta de lo equivocados que estamos.
Porque sí, la policía parece que está fallando, pero no olvidemos que Ángel tiene sus sospechas sobre El profesor y una huella que mandó a analizar. Aunque dentro estén celebrando que han encontrado tierra en el túnel que estaban cavando. Y fuera El profesor no sea consciente de la gravedad del asunto.
De lo que si es consciente el profesor es que, cuando Ángel se da cuenta de que han robado los papeles de la farmacia y que solo había dos personas que lo sabían (él y Raquel), el drama entre los policías está al caer. Y escucha la conversación en la que Raquel lo acusa y le echa del improvisado cuartel que tienen a las afueras de la fábrica.
Dentro tienen sus propios planes y sus propios problemas. Lo podemos descurbrir en una escena en la que Río está llamando por teléfono a la policía para llegar a un pacto y que se libre condena. Pero El profesor en Toledo ya les había advertido y, con todos los años de condena calculados, empieza a ver que la policía no piensa ayudarles. Por supuesto, todo esto era un plan conjunto (ya que Tokyo y alguno más estaba esperando fuera) para engañar a la policía y conseguir que el presidente dijese que iban a concederles el indulto. Sin embargo, Tokyo tiene razones para pensar que Río piensa hacerlo realmente así que no duda en amenazarle: si lo hace, le matará.
Pero dentro las cosas también se empiezan a complicar porque los rehenes empiezan a liarla. Y no hace falta ni que os preguntéis quién es: Arturo. Y su plan maestro de esta semana se le ocurre cuando descubre a uno de los guardias de seguridad de la fábrica, a los que tienen encerrados en el sótano, en el baño. Una vez ha descubierto que están vivos, está claro: les conseguirá armas para que puedan salir de ahí.
Pero Arturito nunca trabaja solo y convence a Nico, el rubiales que colgó la foto de Allison en internet, para que le ayude. Juntos roban unas cuantas de herramientas del túnel falso que están cavando y las ponen debajo de una tapa de un baño para que las recoja el guardia.
Mientras tanto, Denver se ha llevado a Mónica al sitio donde estaba escondida antes y le ha llevado diferentes tipos de comida. Mónica, que parecía que estaba sintiendo algo por Denver, salta a la acción y le besa. Al final ambos se acuestan. Antes habíamos podido ver recuerdos de Mónica y Arturo con la reacción del hombre ante el bebé. En uno de ellos, confesó a la mujer que era estéril, por lo que era imposible. Y esto me lleva a pensar que quizá Mónica no esté embarazada y esté utilizando a Denver para ello. Pero, como siempre, habrá que esperar para ello.
Otra de las piezas clave de los rehenes es Allison, que la semana pasada se metió en una caja de fuerte. Berlín, cabreado, rehúne a su profesora y a Allison en su despacho, en el que ya están Nairobi y Ariadna (la mujer con la que se acostó Berlín la semana pasada). Allí, Berlín empieza a amenazar a la familia de Allison para que la chica relaje los humos y Nairobi, mientras, observa atentamente la presencia de Ariadna y a imaginarse lo que ha podido pasar entre ambos.
Fuera de nuevo, Raquel ha quedado para cenar con El profesor y, en plena cena, le enseña la pistola y le obliga a que le lleve a su sidrería. Esto nos genera tensión pero como siempre, El profesor lo tenía todo pensado y había alquilado otro almacén que colocó expresamente para que la Inspectora lo viese. Y, cuando lo ve, se disculpa con él y acaban acostándose.
El profesor está distraído y mientras, dentro de la fábrica se genera la revuelta de los rehenes que quieren escapar. Abaten a Oslo cuando les lleva la comida y se escapan, cogiendo el arma de Oslo. Esperan durante un tiempo a Arturo, pero este ha ido a por Mónica para sacarla de allí. Arturo no sabe dónde está Mónica, pero consigue que Helsinki le lleve y, cuando entra, pilla a Denver y a Mónica con las manos en la masa, haciendo mucho ruido. Total, que a Arturo se le olvida hasta por qué está ahí y vomita en el suelo.
Mientras, la seguridad de la fábrica atenta contra una de las puertas llenas de explosivo con la gran suerte de que consiguen abrir la puerta... Y salir al exterior, donde algunos policías ya los están viendo salir. Y Arturito, el artífice del plan, mientras tanto, se está pegando con Denver, al que le clava unas tijeras de punta redonda. Si pretendía matarle demuestra muchas luces, desde luego.
¿Lo peor? Que cuando El profesor se da cuenta de lo que está pasando es demasiado tarde para que pueda impedirlo. Incluso cuando se dan cuenta dentro, no son lo suficientemente rápidos. Y el que da el chivatazo dentro no es otro que Arturo, que lo hace con el fin de salvar su vida, otra vez.
Con esto La casa de papel nos deja con un episodio la mar de intenso y que promete muchísimo para la semana que viene. Otras de las cosas que no he comentado y que pueden dar mucho juego es que Ángel ha descubierto que El profesor es Salva gracias a la huella y, aunque ha tenido un accidente de coche bastante fuerte (por ir ebrio), puede poner en peligro toda la operación. Aunque, quizá, los mensajes que dejó a la inspectora no permitan que esto pase.
En todo caso, espero con ganas al siguiente episodio de esta serie que se está coronando como una de las mejores de la ficción española actual.
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