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miércoles, 13 de febrero de 2019

Cafarnaúm, Nadine Labaki




Titulo original: Capharnaüm
Director: Nadine Labaki
Duración: 120 min.
Año: 2018
Género: Drama
País: Líbano
Actores: Zain Al Rafeea, Yordanos Shiferaw, Boluwatife Bankole, Kawthar Al Haddad, Fady Kamel Youssef, Cedra Izam, Alaa Chouchnieh, Nour el Husseini, Elias Khoury, Nadine Labaki 







Tráiler:





¿Por qué ver Cafarnaúm?
  • La crudeza de la historia
  • La realización más que realista
  • La grandiosa (no) actuación de los personajes 


Los que hayan visto Caramel (2007), de Nadine Labaki, sabrán a lo que se enfrentan con la última película de la directora y actriz libanesa. Es una de esas película que levantan ovaciones, como la que tuvo en su estreno en Cannes el año pasado: 15 minutos de aplausos.

La historia que se merece estas ovaciones está centrada en Zain (Zain Al Rafeea), un niño que acaba en prisión después de una sucesión de problemas. Ahí decide que después de todo lo que ha pasado va a denunciar a sus padres por haber decidido traerle al mundo sin su consentimiento (un tema que a día de hoy en el mundo occidental está cobrando más interés).

La película se divide casi en dos partes: la primera en donde vive con su familia y se presenta la estrecha relación que tiene con su hermana, y la segunda donde se encarga de ayudar a una mujer sin papeles que esconde a su bebé para que no se lo quiten.


Es una película totalmente real, con una crudeza que nos hace pensar en todos los privilegios que podemos tener en vivir casi al otro lado del mundo, más si somos mujeres. Zain es un niño sin partida de nacimiento ni registro que se ve envuelto en situaciones en las que un niño pequeño no debería verse envuelto nunca, donde tiene que sobrevivir del modo que sea.

El montaje nos presenta lo que sucede en el presente pero cuyo peso recae totalmente en la historia que se cuenta de antes, en esos flashbacks que narran lo que ha sucedido hasta llegar a ese punto. Ese punto en el que nos involucramos en la historia deseando que todo lo que sucede no fuera cierto y que un niño de (se cree) 12 años estuviera en la escuela y jugando con sus amigos en vez de traficar con pastillas con su madre y su hermano que está en la cárcel.

El final de la película es apoteósico en el sentido de que es el propio Zain el que decide su destino y el que hace lo que quiere hacer, más que por sobrevivir como ha hecho durante todo el film, por demostrar que él es el dueño de su vida y no va a seguir haciendo lo que se supone que tiene que hacer, sino lo que quiere.


La única pega que se le puede poner a la película es a ese mismo final, que es muy atropellado. Parece que todo el camino recorrido para llegar a ese momento se cuenta con detalle, sin escatimar en tiempo de metraje, mientras que el final y su explicación es rápida, sin dar tiempo al espectador de darse cuenta de lo que ha pasado.

Por lo demás, es una película de obligado visionado, que a pesar de todo no va a ser capaz de superar a Roma en la próxima gala de los Oscars pero que será capaz de llevarse más de una ovación a partir de este viernes 15 de febrero en salas españolas.

Puntuación: 



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