Título original: 'The Voyeurs' Director: Michael Mohan. Duración: 122 mins. Año: 2021 Género: Thriller. País: Estados Unidos. Actores: Sydney Sweeney, Justice Smith, Ben Hardy, Natasha Liu Bordizzo.
Tráiler:
¿Por qué ver 'The Voyeurs?
Un clásico dilema moral con lectura una lectura final interesante.
Planos satisfactorios; muy lejanos o íntimamente cercanos, personajes bien construidos (aunque desesperantes en algún que otro punto). Banda sonora impecable.
Lo mejor y lo peor: el final, cuyo broche de cierre debes amar u odiar sin excepción.
Con ‘The Voyeurs’, film que se estrena el 10 de septiembre en Amazon Prime Video de la mano del director Michael Mohan, nos preguntaremos hasta dónde podemos «ojear» sin que las cosas se nos vayan de las manos.
El primer vistazo que recibimos de lo que será la historia de Pippa (Sydney Sweeney) y Thomas (Justice Smith), lo encontramos en el apartamento en el que los novios recién emancipados comenzarán su vida juntos. Este nuevo hogar cuenta con una peculiaridad de la que la pareja será consciente tras las primeras horas de convivencia: los grandes ventanales que dejan ver el apartamento al otro lado de la calle. Lo que comienza como una pequeña e inocente vigilancia no tardará en convertirse en algo mucho más allá de la inocua curiosidad.
La trama se presenta inicialmente como una de tantas otras, en la que la protagonista femenina, Pippa, se pregunta a sí misma si ha vivido lo suficiente durante una existencia dedicada al estudio de su profesión, la oftalmología. Pippa parece sentirse insatisfecha e incompleta, y encuentra la excitación de la que carece su vida justo al otro lado de su ventana. Sin embargo, este arranque de la historia poco tiene que ver con lo que será su desarrollo, el cual empieza a tomar forma y color tras el primer debate moral que se presenta ante la pareja de voyeurs.
La historia se desarrollará a un ritmo lento pero seguro; uno que nos permite empatizar con Pippa y Thomas y que acaba por hacer que nuestra curiosidad se desate junto con la de los personajes principales. Durante ella encontraremos algunas acciones que pueden alcanzar tintes fantasiosos, al menos desde el punto de vista civilizado, pero que no llegan a ser absolutamente descabelladas si tenemos en cuenta el prisma de los protagonistas. No obstante, como buen thriller, las acciones que en un principio podemos aceptar y tragar fácilmente se tornan caóticas, transformando lentamente y sin remedio la vida de todos los implicados en esta vigilancia.
Es imposible no encontrar el paralelismo (cuyo vago reflejo posterior resulta bastante siniestro) con una de las grandes obras de Hitchcock: La ventana indiscreta (1954). El debate interno sobre lo lejos que se debe o no llegar al estar haciendo algo que no resulta correcto a los ojos de los demás, acaba por confundir hasta el punto morboso en el que es impensable parar con lo que se ha empezado, por más perjudicial que sea. La imposibilidad de la protagonista femenina para separar la realidad del papel que ha otorgado a los personajes de su propia obra se hace real hasta un punto incómodo, y abruma al espectador con una intensidad cegadora.
Un rasgo bastante interesante a destacar en el film son sus fantásticas transiciones, que resultan un punto y aparte de los capítulos en los que se divide la historia, y en cuya separación vamos encontrando un sentido más y más oscuro. Tremendamente obsesivo. Los planos picados y contrapicados nos empujan a sentir la inmensidad de esos edificios que decoran la escena, obligándonos a pensar la incontable cantidad de historias que se llevan a cabo tras los ventanales que somos incapaces de ver.
Las actuaciones del elenco y la banda sonora (con canciones como ‘Eyes without a face’, de Billy Idol) sumergen por completo al espectador durante cada segundo de película, sin que ninguna de ellas pueda sacarnos de la historia que se nos muestra.
En resumen, ‘The Voyeurs’ acaba siendo digerido como un thriller ácido pero refrescante, en el que los sucesos inesperados y caóticos acaban por dejarnos, al menos en mi caso, con la mandíbula descolgada y las manos agarradas al sillón. Si bien la introducción es acelerada, la trama se toma su tiempo para asentarse, dejando que el espectador sea capaz de paladear correctamente cada nuevo avance y decisión que toman los protagonistas. No obstante, la indudable calidad de la historia se opaca ligeramente en los últimos segundos del final, dando un toque demasiado dramático y exageradamente teatral; descafeinando la crudeza que había mantenido de forma perfecta hasta el último momento y provocando inevitablemente que parezca una sátira venida a menos de la “moraleja” que se trata de enseñar.
Como bien es sabido, los ojos son el espejo del alma, y en esta cinta no pasan desapercibidos en ningún momento. Nos dan una visión honesta y sin filtros de cada sentimiento e idea que se lleva a cabo en la mente de los personajes, guiándonos en la comprensión intimidante de que cada ventana puede ser observada en ambas direcciones.
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