Las muertes sangrientas están a la orden del día en Bacon Hills. Al final del capítulo anterior comprobamos que el causante de dichas muertes no era otro que el nuevo profesor, pero todavía Chris Argent y Melissa McCall eso no lo saben, así que empiezan el capítulo investigando. Descubren a dos víctimas más del profesor, una de las cuales muere prácticamente cuando llegan, y a Malia corriendo hacia ellas. Su parte Coyote se vio atraída por la sangre y Chris se vio obligado a dispararla para frenarla.
Por otro lado, lo que también está a la orden del día es la situación con los jinetes, cada vez más crítica. Scott no sólo tiene que lidiar con la desaparición de su mejor amigo, sino que tiene que salvar a todas las personas que en el anterior capítulo vieron a los jinetes. Para ello no está solo, y es que Liam, Hayden, Corey y Mason también están haciendo todo lo posible por arreglar el problema.
La que sí que parece estar sola en su búsqueda es Lydia, ya que, ante el problema con los Jinetes, los demás han aparcado la búsqueda de pruebas que demuestren que Stiles existe. Sin embargo, a pesar de todo, Lydia no ha perdido la esperanza, y habla con el Sheriff para que le deje ver si en su casa hay alguna evidencia de que Stiles existía. Previamente había llegado a la conclusión de que los jinetes no podían borrar a alguien completamente, ya que todo el mundo dejaba una reliquia de su presencia en el mundo: el carnet del chico de la biblioteca o la pulsera de la hermana de Gwen. Así que, sabiendo eso, lo único que tiene que hacer es encontrarlo.
La madre de Stiles no está muy por la labor por que Lydia consiga su objetivo. Recordemos que cuando casi consigue algo en el anterior capítulo fue ella misma la que la interrumpió, y así vuelve a suceder cuando Lydia intenta arrancar el papel de la pared para encontrar alguna pista. Esto nos indica que la madre de Stiles no tiene muy buenas intenciones y que es posible que sepa algo sobre su hijo.
Al darse cuenta de esto, Lydia, con la ayuda de su madre y de Melissa, investiga el historial clínico de la madre de Stiles y descubre que tuvo una enfermedad que debería haberla matado hace 10 años. Sin embargo, no consta que tenga un hijo.
Scott y los demás, por otro lado, siguen investigando modos de mantener a salvo a todo aquel que vio a los jinetes así como un modo de detenerlos. Descubren que se transportan mediante los rayos y aprovechan esa ventaja para encerrar a todas las posibles víctimas en el búnker de los Argent. Pero no todo el mundo está de acuerdo en que eso sea lo mejor, Y Scott, Liam y los demás se tienen que ir a intentar proteger a parte del equipo de Lacrosse. Pese a todos los esfuerzos, el final no es muy esperanzador para ellos, puesto que los jinetes acaban llevándose a todos.
Lo más destacable de este encuentro con los jinetes es que Mason descubre que la causa de que se marcharan de la fiesta fue Parrish, así que le llaman para que se enfrente a ellos. Y, cuando lo hace, los jinetes le disparan con una de las armas que evapora al que lo toca y Parrish sólo deja de ser perro del infierno para convertirse en humano de nuevo ante el contacto. Sin duda, interesante.
Después de todo esto los ánimos están por los suelos. Nadie cree que puedan hacer nada contra los jinetes y empiezan a dudar la existencia de Stiles porque no hay una reliquia suya. Y justo cuando menos nos lo esperábamos, cuando el ahora capital Liam y su equipo (compuesto por su novia, su mejor amigo y su novio) van a la caza de un jinete, ¡aparece el Jeep de Stiles! El famoso coche, que ha sido la marca del personaje de Dylan O'Brien durante toda la serie, es su reliquia en el mundo, y ahora sólo nos queda esperar a que los demás la encuentren.
¿Creéis que recordarán a Stiles?
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