martes, 31 de octubre de 2017

La casa de papel 1x11: La cabeza del plan

El final se acerca, y se nota. El atraco coge carrerilla aunque las horas pasan más lentas que nunca. Los atracadores necesitan ganar tiempo y la policía reducirlo. Ambos bandos van a ganar pero, ¿quién lo hará?

Por el momento parece que en el interior tienen más problemas que la policía. Porque la semana pasada Berlín echó a Tokio de la fábrica atada a una mesa con un montón de cajas. La policía queda desconcertada pero piensan que puede serles de utilidad y empiezan a interrogarla después de comprobar si lleva bombas desnudándola.

Si dentro las cosas van tan mal es porque todavía siguen sin noticias del profesor. Y es que solo ha pasado una hora desde el capítulo de la semana pasada, en total 81 horas de atraco, y queda una hora antes de que el ciclo de llamadas con El profesor acabe y activen el nuevo plan. Y mientras tanto, El profesor, o Salva, está detenido por haber pegado al ex de Raquel.



Pero Salva no es el verdadero nombre de El profesor, y eso es algo determinante. Al finalizar la primera parte de la temporada nos dimos cuenta de que Berlín le llamaba por su nombre: Sergio. Lo que no sabíamos era que Tokio estaba escuchando. Y a Tokio no le gustan las mentiras. Pero cuando se lo dice a El profesor, este le promete que puede confiar en él, que será como su ángel de la guarda, porque lo tiene todo pensado. Incluso lo que pasaría si les pillaba la policía: él les mantendría el dinero e intentaría intervenir para que saliesen de la cárcel.

Pero no olvidemos que dentro hay problemas y, tras la salida de Tokio, Río está más que cabreado con Berlín por haberla echado. Y, sin embargo, el que se ha proclamado líder dentro de la fábrica pide unidad pero Río amenaza con entregarse, así que Berlín le acaba durmiendo. Porque tiene las cosas claras: Río es más inestable que Tokio y si sale, puede estropear el plan.

Tokio está fuera y confirma las teorías de Berlín cuando Raquel empieza a interrogarla y ella no dice nada nuevo. El profesor también les había enseñado a comportarse en los interrogatorios, claro.



Con Tokio volvemos a las visiones de Toledo y es que, cuando El profesor estaba instalando el sistema de comunicaciones con la fábrica, se dio cuenta de que Río era demasiado inmaduro y quiso quitarle del golpe. Pero Tokio le convenció para que entrara así que, si ella habla, al final todo por lo que había luchado se iba a perder. Y eso, Berlín lo sabe.

Salva sigue en comisaría con varias pruebas encima: el bote de veneno que quiso usar con la madre de Raquel, las llaves del sitio donde se comunica con la fábrica y lo más importante, sus huellas, las mismas que el compañero de Raquel ya había contrastado y que estaban en el coche de policía. Salva sabe que le quedan unos cuatro años de cárcel por haber pegado a un policía y está dispuesto a salir de allí así que llama a Raquel contándole la situación, fingiendo que llama a su abogado.

Parece que la oposición a Berlín no solo era por parte de la parejita de Tokio y Río, sino que Nairobi no está del todo contenta con la situación, y se lo hace saber a Berlín, que responde con comentarios bastante machistas. A Nairobi no le sienta bien y, cuando Río despierta, le dice que hay que joder a Berlín, pero de una forma que no sea entregándose.

Río insinúa que Nairobi podría cubrir el hueco que ha dejado su hijo con otro hijo. Y la chica actúa así.
El plan de El profesor para salir de la cárcel sigue su curso y, fingiendo que quiere ir al baño, va a pegarse con unos jabones. Así, cuando Raquel llega, actuando un poco consigue que desmonte todo. El profesor retira la denuncia a cambio de que se pueda ir a casa con todas sus pertenencias y sin las huellas circulando. Y Raquel, cabreada, lo consigue.

La semana pasada no vimos mucho de los rehenes a parte de Mónica y su situación con Denver así que esta semana volvemos a ver a Allison y a Arturo que, como siempre, se está quejando. Pero la chica está cansada y le confiesa que va a intentar escapar aprovechando los cuatro minutos que tarda la puerta en abrirse. A Allison el atraco le ha abierto los ojos y no le interesa el dinero, como al resto de los que siguen dentro.

Porque eso fue una opción para dividir a los rehenes: si se quedaban y colaboraban, se llevaban una parte del dinero. Y la gente que decidió salir, estaba encerrada en los túneles. Por si acaso no lo recordábamos, Río se lo dice a voz en grito al resto de personas y Berlín, considerando que se ha pasado, tomará represalias.


Berlín sabe que no puede echar a Río como hizo con Tokio porque el plan fracasaría así que decide ir a matarle. Pero Nairobi y Denver se lo impiden. Y en un momento de mucha tensión en el que Berlín acaba disparando a unos toneles de papel, llama El profesor. Dentro no lo cogen así que El profesor llama a Raquel fuera.

Justo entonces Tokio se rindió y confío el nombre y apellidos reales de El profesor pero, cuando escucha la llamada a la inspectora, recupera la esperanza y miente, lo que hace que pierdan la credibilidad en ella.


El profesor vuelve a llamar al interior de la fábrica, donde coge el teléfono Berlín y le miente, diciendo que no ha habido ningún problema. El profesor lo ha visto todo y le pide explicaciones pero, justo cuando va a responder, Nairobi noquea a Berlín y responde al teléfono con un mensaje simple: ahora ella está al mando, que empiece el matriarcado.

Y así de impactante, con un primer plano de Alba Flores acaba el capítulo. Esta semana, por lo que se puede ver en los adelantos, nos espera un capítulo más impactante todavía que este. La emisión de La casa de papel ha pasado a los jueves a las 22:30 en Antena 3, ¿te vas a perder el final de la serie?

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