jueves, 7 de mayo de 2020

Hablamos con Diana Gómez, Maxi Iglesias e Ibrahim Al Shami, protagonistas de 'Valeria'

Por fin mañana llega Valeria a Netflix y hemos podido entrevistar a los protagonistas de esta producción basada en los libros de Elísabet Benavent.

Esos protagonistas no son otros que Diana Gómez, quien interpreta a Valeria, Ibrahim Al Shami, quien interpreta al marido de Valeria, Adrián, y Maxi Iglesias, quien da vida a Victor. 


En Valeria conoceremos su historia y como Valeria está en crisis, tanto por sus novelas como por su marido y la distancia emocional que les separa. Ella se refugia en sus tres mejores amigas: Carmen, Lola y Nerea. Una serie que es un torbellino de emociones sobre amor, amistad, celos, infidelidad, dudas, desamores, secretos, trabajo, preocupaciones, alegrías y sueños sobre el futuro. Y esto lo que nos ha contado los protagonistas:

Me gustaría saber qué tenéis en común cada uno con vuestro personaje. No sé si Maxi se disfraza de C Tangana en sus ratos libres, Diana de Rosalía… 

Diana Gómez: Pues yo creo que con lo que me siento más identificada con Valeria, la primera cosa, es con el conflicto que tiene y la crisis esta tanto de profesión como de que encaja consigo misma con su profesión… Laboral y económica. Esta sensación de “me habían dicho que al llegar a los treinta tendría una estabilidad y no la tengo y no sé cómo hacerlo” y bueno, este bloqueo que yo lo he pasado en algún sentido y me siento pues muy identificada. Y también esa torpeza a la hora de intentar salir de esto pero no saber cómo.

Ibrahim Al Shami: Yo con Adrián tengo una cosa que siempre la digo porque la verdad es que me siento superidentificado con él, y es ese pequeño toc que tiene, esa pequeña manía de tenerlo todo bien ordenadito, todo bien estructurado… ¿No? “Si esto no está ordenado yo no puedo empezar a trabajar porque a mí el desorden bueno…" En ese sentido somos hermanos. Y el ser una persona observadora, creo que en eso también me comparo mucho con Adrián porque me gusta observar y escuchar también.

Maxi Iglesias: A mí me parece que Víctor es muy directo y que cuando se le pone algo entre ceja y ceja va a por ello y yo me siento bastante identificado con eso también, pero en cuanto a todos los ámbitos: laboral, personal… Cuando quiero conseguir algo como que me centro muchísimo en eso y apuesto por ello igual que Víctor apuesta por Valeria.

Acabáis de contar un poco quiénes son los personajes. Sabemos quién es Víctor, pero ¿quién es Víctor para Valeria y para Adrián?

M.I.: Víctor para Valeria creo que llega en forma de revulsivo, de motivación. De a lo mejor esa chispa que después de los años que llevan de convivencia y matrimonio Valeria y Adrián pues a lo mejor se ha perdido o no han sabido darle importancia, o no les genera una sorpresa o una admiración o motivación lo que ya hace el uno o el otro. Y en este caso a Víctor, honestamente, sí que le gusta la manera de Valeria de como expresa como se siente al escucharla, al ver como se mueve y como habla pues le apetece saber más de ella. También le apetece ayudarla o digamos de alguna manera dirigirla a que consiga lo que a ella realmente le gusta hacer como lo que más, que es escribir.

Para Adrián yo creo que al final esto es un inconveniente, digamos que ese enfrentamiento que tienen puedo adelantar que de lo poco que conocía a Ibra ya en esa secuencia nos lo pasamos bien y fue complicado también, porque ya nos habíamos cogido cariño en tan poquito tiempo… Y bueno estuvo bien.


¿Qué ha sido lo más complicado a la hora de interpretar a cada uno de vuestros personajes?

D.G.: Para mí siempre digo que lo más complicado ha sido coger ese tono natural realista, pero con el tono de comedia. Es decir, hacer esta comedia así pero naturalista. Porque la línea es muy fina, entonces pasarte y hacer una caricatura puede ser muy fácil, y quedarte corto también. Y encontrar este punto medio, esta línea exacta, a veces es un poco difícil.

I.A.S: En mi caso me he encontrado en la situación, y eso Diana lo sabe muy bien porque muchas veces cuando ensayábamos lo compartía con ella, en el sentido de que Adrián tiene un fondo tranquilo, ¿no? Pero tiene esa inseguridad que le mantiene yo creo que activo, que le mantiene un poco alerta, pero claro, hay que tapar esa inseguridad con una persona tranquila y bueno… Que eso tampoco se note, como ha dicho Diana, en muchos casos sin pasarte pero tampoco sin quedarte corto o corta. Creo que eso ha sido, no costoso, pero sí un trabajo de búsqueda bonito y de currar, claro.

M.I.: A mí me ha encantado lo que ha dicho Diana, porque la verdad es que yo la veía actuando y haciendo el personaje y me parecía supercomplicado, porque hay una línea muy fina entre lo naturalista y la comedia, y la comedia y lo naturalista que me parecía tremendo y bueno, también se puede extrapolar un poco al resto de personajes. En mi caso quizá un poco la balanza era poner un poco de tipo interesante pero sin resultar el típico machirulo que se las sabe todas, con alguien que escucha, que también tiene sus miedos o sus inseguridades, como veremos en capítulos que a lo mejor no habéis visto todavía, y estar ahí. Estar ahí un poco en esa línea, pero que también es un poco lo que dice Diana, que se puede extrapolar a casi todos los personajes porque también es un ritmo muy muy concreto. Es un estilo muy marcado.

Me voy a meter un poco en la trama más problemática de la serie. Bajo vuestro punto de vista, ¿creéis que hoy se sobrevalora la fidelidad?

D.G.: No, creo que… Bueno, no sé. Yo… Bueno, que conteste otro, espera.

I.A.S: Mira, yo pienso que la cosa está en qué tipo de comunicación tienes con tu pareja. Porque si la comunicación no fluye, te confundes, piensas, te emparanoias con cosas que no tienen sentido, que no son lo que tú piensas… Entonces ahí es cuando empiezan a generarse problemas, y ahí es cuando uno no se entiende con ella o con él… Y yo pienso que es la comunicación. Yo la fidelidad la valoro mucho.

M.I.: Ibra, yo te escucho y te imagino en un escenario dando charlas sobre infidelidad y comunicación a gente. Tío, de verdad.

D.G.: *risas*

M.I.: O sea, lo expresas tan bien, tío….

I.A.S: Lo hago porque lo siento y porque he vivido, o sea que claro…

D.G.: De respeto mutuo, entonces al final es confianza con la otra persona y también contigo mismo, es decir, ser valiente un poco.

M.I.: No, secundo totalmente al orador Ibrahim, que le ha faltado decir: “y ahora levantaos y decid…”.

D.G.: Te ha quedado muy bien.

M.I.: Te ha quedado total. O sea, creo que, en cualquier relación, ya no solo amorosa, sino de amistad, tiene que basarse en la comunicación y para mí me parece superimportante. No creo ni apoyo la infidelidad.


¿Qué es lo mejor y lo peor de vuestros respectivos personajes?

D.G.: Yo creo que lo mejor de Valeria es la determinación que pone para intentar conseguir su sueño de ser escritora, aunque esté en un mundo de crisis. Y a veces esto… esta determinación a veces pasa por encima de otras personas de una manera un poco torpe, que esto también lo convierte a veces en lo peor. Y para mí otra de las cosas buenas que tiene Valeria es que tiene un humor que me gusta mucho, porque es muy inteligente.

M.I.: Para mí lo mejor es que es muy directo y para mí lo peor es que es muy directo.

Ibra: Prosigo. Lo mejor es que Adrián se vuelca mucho con la persona que tiene a su lado, en este caso Valeria. Se vuelca muchísimo. Y lo peor es que de tanto volcarse con alguien dejas de pensar un poco en ti, y lo peor es que la comunicación no fluye. Entonces yo creo que sería eso.

Esta pregunta va un poco más para Diana y Maxi, porque sus personajes son los que tenían más importancia en el libro. ¿Habéis sentido mucha presión a la hora de meteros en la piel de los personajes? En tu parte, Diana, un personaje con el que muchas personas nos hemos sentido identificadas, y en tu parte, Maxi, con el que nos hemos enamorado.

D.G.: Yo en un primer momento no, pero porque sino era una presión añadida de más aparte de hacer mi trabajo e intentar hacerlo lo mejor que podía y que sabía. Y bueno, he intentado de la mejor forma posible intentar llevar la esencia de Valeria que aunque todos y todas las lectoras tengan su imagen de cómo Valeria —porque cada una y cada uno nos imaginamos cuando leemos unos personajes de una forma y, obviamente, físicamente no voy a llegar a eso—, pero que ojalá todo el mundo encuentre la esencia del personaje en el que yo he interpretado.

M.I.: Yo te podría decir que tan rápido te enamoras que tan rápido te puedes desenamorar *risas*.

I.A.S y D.G.: *risas*.

M.I.: No, a ver, también te diré que los personajes están bastante repartidos. Sobre todo al principio el personaje que hace Ibra, Adrián, sí que tiene para mi gusto, visibilidad.

- En la serie mucho más.

M.I.: Claro, hay cosas que se cambian. Esto creo que ya se puede decir porque habéis visto el primero. Víctor, cuando yo me leí el libro no aparece hasta el ecuador del primer libro. Y sin embargo en la serie en el primer episodio ya está, pero luego pasan otras cosas. Es complicado, la verdad es que es muy complicado. Es lo que hablaba un poco antes, que se ha generado un Víctor que no sé hasta qué punto puede llegar a ser factible a día de hoy. No por nada, yo por la gente que conozco. El mercado está muy malito. La gente que conozco, amigas mías, me dicen: “Joder macho, un tío de 30 años, así resultón, majete, que me escuche, que dé alas a mis sueños y tal… No es común”. Entonces pues en un casting que se hizo bastante elaborado, me consta, y luego de hecho en otro recasting —porque se han hecho dos castings de este personaje— dices: “Pues bueno, pues nada. A ver quién es el listo que se come el marrón”. El listo o el no listo, pero bueno, da igual.

D.G.: Yo creo que en la serie es más humano. Porque también el libro es desde el punto de vista de Valeria y lo que Valeria ve, entonces está metido mucho en la cabeza de Valeria. Entonces la serie, quieras que no, es una cosa como más desde fuera y se ve un Víctor más humano. Pero yo creo que también te enamoras de lo humano y de los defectos, con lo cual…


¿Pensáis que hay que renunciar a lo que se tiene para conseguir lo que desea? Que es un poco lo que le pasa a Valeria.

M.I.: No, no siempre. Yo creo que no necesariamente. Antes por ejemplo esta mañana a una compañera tuya le ponía el ejemplo de que te puede pasar también en un trabajo, dentro del mismo ámbito para el que tú te has preparado, has estudiado o es el que te gusta, que estás a gusto en uno y de repente surge otro. Es decir, no necesariamente tienes que renunciar para que haya un cambio. Creo eh, creo. O sea que estas cosas que se dicen de grandes medidas y tal, queda muy Mr. Wonderful y todo esto y en las tapas de los cuadernos en plan “si no arriesgas nunca sabrás” y todas estas cosas, pero yo creo que luego en el día a día, al final a cuántos nos gustaría dejar lo que estamos haciendo, cogernos la mochila, irnos a Mozambique y hacer la vida. ¿Pero que luego eso es factible? Pues no, porque estás allí y cuando te quieres dar cuenta la mochila te la han quitado, no dejan hacer misiones en Mozambique y yo que sé, me estoy metiendo en un jardín, pero igualmente, que es complicado.

D.G.: Y luego yo creo que lo que nos pasa, y a los personajes también les pasa, que desde fuera muchas veces dices: “Pero céntrate en todo lo que tienes y no en lo que te falta”. Entonces yo creo que esto es la vida, porque a veces no valoramos lo suficiente lo que tenemos. Siempre nos centramos en las únicas cosas que nos faltan. Y esto desde fuera, también viendo los personajes, dices: “Bueno, vale. No todo está tan tan mal. Porque tienes esto, esto y esto y tienes a gente que te quiere y que te está apoyando”. Entonces… Desde fuera es muy fácil, pero cuando estás dentro…

I.A.S: Con lo que ha dicho Diana creo que tiene mucha razón, porque yo creo que…

M.I.: ¿No estás de acuerdo conmigo en lo de Mozambique?

I.A.S: No, no, no, lo iba a decir: también estoy de acuerdo contigo. Porque también hay una cosa de decir: “Sí, quiero esto”. Pero yo creo que hay que… A ver, que hay que saber repartirse las responsabilidades. Y yo esto lo enfoco un poco en la pareja. No me voy a lo laboral. O sea, tanto mi éxito laboral como mi éxito amoroso. Pienso que, evidentemente, claro que las dos cosas son factibles, “éxito en el amor, fracaso en…”. No. Pienso que eso es una tontería. Creo que hay que saber gestionarse los tiempos. Y evidentemente, el amar a una persona es una responsabilidad. Y el tener un trabajo y querer tener un éxito laboral también es una responsabilidad. Por lo que hay que tener una balanza equitativa.

M.I.: Hablando ya en serio, creo que hay muchas circunstancias que rodean a la persona, al ser humano, y no se puede aplicar una misma etiqueta, una misma manera de pensar, a todos.


¿Elísabet os ha ayudado a construir los personajes? ¿Cómo lo ha hecho?

D.G.: Directamente no. Nosotros desde el primer momento hemos sabido y sabemos que Elísabet ha participado en todo el proceso creativo, pero no de una forma activa con nosotros, pero sí que ha estado. Entonces cuando nosotros llegamos al proyecto sabemos que a Elísabet le han enseñado los castings, sabe que somos nosotros, nos la presentan… Y sabemos que está contenta. Sabemos que ha participado en el proceso creativo, que sabe de los guiones, que está al tanto de todo, entonces a nosotros… A mí por ejemplo me dio mucha confianza saber eso. Porque quieras que no, es la madre de esta historia y saber que ella está supervisando y que está feliz con todo lo que está pasando te da mucha tranquilidad y mucho alivio.

I.A.S: Sí, bueno. Lo mismo que Diana, ¿no? Pienso también que sí que ha habido alguna cosita que hemos tenido —en mi caso, hablo de mi caso— alguna duda o alguna pregunta con respecto a Adrián, como dice Diana, Elísabet es la madre de estos personajes, entonces, ¿quién mejor? Pero claro, teniendo en cuenta también el camino que nosotros y nosotras ya teníamos empezado, y que los guiones también te dan bastante información sobre el recorrido. Y esa curva dramática que van a llevar esos personajes.

M.I.: Yo estoy con los dos, y a mí indirectamente me ayudó porque me leí el primer libro antes de que supiese que era una adaptación basada en, y luego algo también que me gusta decir es que cuando vimos los cuatro primeros capítulos juntos, allá por noviembre, ella me dijo que estaba muy contenta. Entonces eso para mí es un motivo de orgullo.

¿Qué opináis de la conciliación romántica y profesional? En una época que bueno, parece que el trabajo es como la prioridad y el desapego familiar-romántico la norma.

D.G.: Bueno, es muy curioso porque nos vamos descubriendo. Yo creo que a medida que van pasando los años, a mí me pasa, que voy pasando por momentos vitales y me voy acercando o alejando de todo esto. Entonces yo creo que también a nivel personal, ya no tanto como generacional, hay como una cierta lucha contra el amor romántico porque hay ciertas cosas que queremos romper como sociedad, pero entonces parece que estemos rompiendo con todo. Entonces bueno, también es decir: “Bueno, vale, esto es la teoría, pero yo personalmente ¿qué quiero? ¿Qué no quiero? ¿Qué me pasa? ¿Qué no me está pasando?”. Y a nivel laboral y relaciones… También ahora no sé, estamos en un tiempo de pandemia en el que no podemos trabajar, entonces como que nos han cambiado todas las prioridades de golpe. Y es muy curioso, porque también veníamos de una época en la que creo que la cosa de que primero el trabajo y después las relaciones, para mí es una mentalidad un poco… Heteropatriarcal, ¿no? Lo de poner primero el trabajo y luego las relaciones, la familia o lo que sea. Entonces yo creo que las mujeres hemos intentado copiar este sistema, pero igual no es el que queremos o el que funciona. Entonces yo creo que revisarlo a medida que van pasando los años, o por lo menos a mí es lo que me pasa, que depende de la época o depende del año en el que esté y ahora mismo con esto de la pandemia que de golpe se ha parado todo…

M.I.: Yo creo que cada vez hay más oportunidades en el ámbito laboral, ya no solo para la mujer, sino para el hombre. Hay muchas opciones de viajar, de oportunidades que a lo mejor no había antiguamente. Y esto sumado a que cada vez hay más oportunidades aunque sea por lo menos en la parte virtual, de lo que hablaba antes, del mercado, que genera muchas frustraciones, muchas inseguridades. Abres el Instagram y todos los chicos cuerpazos. Abres el Instagram y todas las chicas divinas de la muerte con mil filtros, que yo personalmente los veo innecesarios, pero se aplican. Entonces al final vamos dirigidos a una sociedad de consumo y de todo muy rápido que da poco lugar a parar a sentarse y a pensar en lo que verdaderamente aporta y que nos hace válidos. Lo que para mí es válido, a lo mejor a otra persona no le resulta válido y se siente mucho más realizado en el ámbito laboral. Eso va a existir siempre. Desde tiempos atrás había gente que se sentía mucho más realizado generando una familia, incluso como mujer, realizando una familia y no querer trabajar, aunque tuviera la posibilidad o incluso los conocimientos —porque era una gran pensadora, escritora, matemática, x—, y sin embargo ahora también como estamos luchando para que cuando eso pase haya un trampolín para remarcar y visualizar eso, hay como cada vez más cantidad de decisiones. Por un lado está muy bien, pero por otro lado hay muchos ámbitos que se ven afectados. Entonces, para equiparar el éxito laboral con el éxito sentimental, evidentemente entre todas las oportunidades que hay es sobre todo preguntarse uno mismo qué es lo que le llena más. Independientemente de que como mujer tenga que conseguir trabajo, sentirme realizada, tener hijos porque sino me preguntan que para cuando tener hijos. Si tengo pareja, si no tienes pareja, ¿cuándo vas a tener pareja? Si has tenido un hijo, ¿por qué no vas a por el segundo? ¿Qué pasa con el trabajo? ¿No te ascienden? O sea, como mil cosas que la sociedad va… Nosotros mismos vamos generando, y es muy complicado realmente poder sentirte a gusto contigo mismo cuando todo el mundo te bombardea con cosas. Entonces al final, para mí la clave está en: “Me apetece trabajar, trabajo, pero no doy de lado esto porque me lo exijan o esté mal visto”. También está mal visto que tú dediques un año a lo mejor a: “Oye me apetece estar con mi pareja recolectando tomates”. “Ya, pero es que no estás trabajando. ¿Qué pasa, que no te llaman? ¿Qué pasa, que no tienes éxito en tu ámbito?”. “No, es que sencillamente estoy aquí tranquilo y me siento gratamente realizado”. Entonces yo creo que es mucho mirarse a uno mismo, a pesar de todas las oportunidades que hay.

I.A.S: Y que estamos en una sociedad de estímulos, ¿eh? Ya está.

M.I.: Claro. De haz, de consigue, de exhibe, de demuestra, de achieve. Constantemente el achieve. El achieve está ahí. Es una cosa como muy americana, ¿no? De: consigue, consigue, consigue y cuando te has querido dar cuenta, la vida ha pasado.


Cuando os llegó el proyecto, ¿qué es lo que más os llamó la atención para tomar la decisión de participar en él?

D.G.: Bueno, a mí cuando le llega el proyecto, de golpe es como una gran oportunidad. Yo creo que es un proyecto en el que me gusta enseñar que la familia escogida son las amigas, que esto también es una cosa que digo con mis amigas. También el conflicto de “estoy a punto de llegar a los treinta y no tengo la estabilidad…”. Hay muchos estímulos y hay muchos conflictos que de golpe pensaba: “Yo lo he pasado, yo lo he vivido y qué suerte poder interpretar esto para Netflix”. Era todo como muy grande y una gran oportunidad.

M.I.: Para mí el estímulo era el reto de no haberme enfrentado a poner imagen a un libro. Y lo que me gustaba sobre todo de ese personaje que había que encarnar era el empuje y cómo motivaba a esta escritora, que aparentemente no está pasando por sus mejores momentos, independientemente del físico, independientemente de otras muchas cosas, ¿no? Para mí era eso, y que me gustan los retos. O sea que en cuanto dije que sí, sabía que me exponía automáticamente al juez más duro, que es, digamos, la imagen de cada uno.

I.A.S: Con el casting yo me enamoré de Adrián rápido, y bueno que era algo muy diferente a lo que yo había hecho hecho. Muy diferente a otros personajes, ¿no? Y me encantó. Además, esa complicidad, que a Adrián lo quiero por eso, porque tiene una cosa ahí muy bonita. Y yo creo que eso conquistó.

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