sábado, 20 de mayo de 2017

Analizamos la primera temporada de Por trece razones

13 capítulos, 13 razones.

13 personas, 13 historias.

13 caras. 7 cintas.

Ese es el legado que deja Hannah Baker antes de quitarse la vida. Las razones que la llevaron a hacerlo. Y a una persona encargada de que estas cintas pasen a todos los responsables.

Quizá Hannah lo que quería era que se hiciera justicia, o hacer que los implicados se sientan culpables por lo que han hecho. Pero, ¿realmente tiene todo el mundo tanta culpa?



Por trece razones en esta primera temporada (que ya han confirmado que tendrá segunda) intenta hacer ver a todos los espectadores que hasta el detalle más pequeño es importante. Que absolutamente todo lo que hacemos, todas nuestras acciones, tienen consecuencia. Quizá no sean tan relevantes como para causar el suicidio de una persona, pero son importantes.

La serie se ha convertido en la más popular de la plataforma Netflix pero, además, se ha convertido casi en una serie de obligado visionado (aunque tiene sus detractores). Ha generado mucho debate, quizá demasiado. ¿Las razones? El principal tema que se trata: el suicidio.

Pero antes de entrar a fondo en el debate, comentaré un poco por encima los temas principales que se tratan en Por trece razones.



La serie trata temas muy importantes en la sociedad actual y cuyo debate es importante. El primero de ellos, como ya comentábamos en el piloto, son las redes sociales. Justin es el protagonista de la primera cinta y una foto en la que a Hannah se le ven las bragas, y que será movida por todo el instituto, será el principio de todo.

Y es que las redes sociales hacen mucho daño a Hannah y, en general, lo rápido que los rumores corren. De Justin pasaremos a Alex, un supuesto amigo de Hannah que le pone una diana al decir que tiene el mejor culo del instituto. Y, aunque parezca un halago, no tardaremos en comprobar que realmente no lo es.

El resto de cintas, explicando las diferentes jugarretas que le hacen a Hannah, nos tratan temas fundamentales como la amistad, los pequeños detalles, el rencor y la sexualidad. Estos problemas afectan a la protagonista de uno u otro modo y, todos juntos, hacen una bola.


Sin embargo, lo realmente fuerte de la serie empieza en el episodio nueve. Es ahí cuando se trata el tema de la violación, uno de los más importantes de la serie. Lo llevan hasta un punto en el que puede resultar incómodo, en un intento por concienciar a los espectadores de la gravedad del asunto e, incluso, las reflexiones de los personajes lo dejan claro.

Asumir errores, pedir perdón o pensar más sobre nuestras acciones, pueden salvar vidas, y en el caso de esta serie, si los implicados hubiesen hecho lo correcto, hubiesen salvado al menos un par de ellas.

Personalmente, he disfrutado mucho a la vez que he sufrido viendo esta serie. Porque es un golpe de realidad que no te dan todos los días y, aunque te consideres a ti mismo una persona que nunca ha hecho bullying, quizá esta serie te cambie la perspectiva.


Pero, quizá, no esté hecha para todo tipo de público. Y, con todo tipo de público, me refiero a personas con tendencias suicidas. El debate se ha abierto en internet, donde algunos expertos en el tema han confesado que la serie podría incitar al suicidio a aquellas personas. ¿Es por ello una serie mala? Yo no lo creo.

Por trece razones no es una serie de superación para las personas que lo estén pasando mal. Es una serie que pretende hacer ver al resto, a la gente que hace que otras lo pasen mal, la realidad. Lo malo que es realmente. Que un comentario no es tan inofensivo como parece. Que las palabras tienen un poder inmenso que muchas veces pasamos por alto.

Otro de los grandes debates que se ha abierto en internet es la romantización del suicidio de Hannah. Supongo que, cada cual cuando vea la serie, acabará formándose una opinión, pero yo no creo que la cinta de Clay intente romantizar el suicidio de ningún modo. Se habla abiertamente de que parece que si Clay hubiese hecho algo, Hannah seguiría viva al final pero, según mi punto de vista, creo que es incorrecto reducirlo solo a esto.


La cinta de Clay, al contrario que las demás, no pretende culpabilizarle solo a él, sino que pretende hacernos ver un poco más la personalidad de Hannah y, lo que yo saco como conclusión final es que si una sola de todas las personas con las que se cruzó Hannah hubiese estado ahí para ella, la hubiese escuchado y hubiese insistido, ella seguiría viva. Hannah en ese sentido tiene tanta culpa como el resto quizá, porque esperaba mucho de los demás pero eso, en su mayor parte, es porque, mentalmente, estaba enferma.

Sin embargo, y pese a que Hannah es la protagonista de esta historia sobre acoso escolar, no es la única que lo sufre. Y la serie es una buena reflexión sobre ello. Sobre cómo se toman diferentes personas el acoso o, directamente, como actúan ante las mismas circunstancias. Porque, al fin y al cabo, Por trece razones es una serie humana, sobre personajes.

¿Cuál es mi conclusión? Que Por trece razones, pese a todo, es una serie necesaria, así como igual de necesario es el documental que la complementa. No es para todo el mundo pero eso no significa que no sea importante.

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